Hoy nos imaginé, mirando el cuadro que adorna la pared de mi habitación, en una cabaña oculta en la profundidad del bosque. Tú me mecías en tus brazos y me sonreías, como solías hacer antes -acuérdate-, después me invitaste a nadar en el lago frente a nuestro hogar, porque la cabaña era nuestra, estabas hermoso reflejado en el agua, el sol hacía con tu piel un destello hipnótico. Qué felices éramos... pero de repente me puse triste, recordé que solo era mi imaginación, solo eso.
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